Olga Tokarczuk

1962 – , Polonia

Fragmento de la reciente novela de la Premio Nobel 2018 titulada Empusion. El horror naturomedicinal. He traducido un fragmento del I capítulo . El titulo deriva de la palabra empusa -bruja/vampiresa/Lamia- y designa el lugar habitado por estas criaturas mitológicas. El libro se publicó en Polonia a principios de junio de 2022 y se puede interpretar como contrapunto a La montaña mágica de Thomas Mann. La acción se sitúa en el antiguo balneario Görbersdorf (hoy Sokołowsko) en las montañas Sudetes en septiembre de 1913

Trad. Ada Trzeciakowska

empusion

Pensión para caballeros (frag.)

Estamos a mediados de septiembre, pero aquí, como constata asombrado visitante, el verano hace mucho que se fue y las primeras hojas se acumulan en el suelo. Los últimos días han debido de ser lluviosos, porque una ligera niebla sigue llenando el paisaje casi por completo, salvo las líneas oscuras de los arroyos. Nota en sus pulmones que se encuentra a gran altura; es bueno para su cuerpo cansado por la enfermedad. Wojnicz permanece en las escaleras de la estación de ferrocarril, examinando con recelo su calzado de finas suelas de cuero: tendrá que pensar en las botas de invierno. En Lviv, los ásteres y las zinnias seguían floreciendo, y a nadie se le ocurría pensar en el otoño. Aquí, en cambio, el horizonte alto hace que se vea más oscuro y que los colores parezcan más llamativos, casi vulgares. En ese momento, le invade una familiar melancolía tan propia de la gente convencida de su inminente muerte. Siente que este mundo que le rodea es un decorado pintado en una pantalla de papel, que podría hundir un dedo en este monumental paisaje y perforar un agujero que llevara directamente a la nada. Y que ésta, la nada, empezaría a manar de allí como un diluvio y finalmente le alcanzaría a él también, le agarraría por el cuello. Tiene que sacudir la cabeza para deshacerse de esta imagen. La imagen se rompe en gotas y cae sobre las hojas.
(…)
También le vinieron a la mente las palabras del Dr. Sokolowski de la época en la que comenzó a tratarle y a luchar contra su apatía: que la vida hay que hacerla apetecible. Sí, apetecible, es una palabra mejor que «gemütlich», pensó Wojnicz, pues no sólo se refería al espacio, sino también a todo lo demás: a la voz de alguien, a su forma de hablar, a su manera de sentarse en la silla, a su forma de atarse el pañuelo bajo el cuello, a la forma de disponer las galletas en el plato.

Fotogramas de Más allá de los sueños (1998) de Vincent Ward.

Empuzjon

Pensjonat dla panów (fragm.)

Jest połowa września, lecz tutaj, co przyjezdny zauważa ze zdziwieniem, lato już dawno minęło i na ziemi leżą pierwsze opadłe liście. Ostatnie dni musiały być deszczowe, bo lekka mgła wypełnia jeszcze krajobraz niemal szczelnie, robiąc wyjątek tylko dla ciemnych linii strumieni. Czuje w płucach, że jest wysoko, to dobrze dla jego zmęczonego chorobą ciała. Wojnicz stoi na schodkach dworca, oglądając podejrzliwie swoje obuwie na cienkich skórzanych podeszwach – będzie musiał pomyśleć o zimowych butach. We Lwowie kwitły jeszcze astry i cynie, i nikt w ogóle nie myślał o jesieni. Tutaj zaś wysoki horyzont sprawia, że jest ciemniej, a kolory wydają się bardziej jaskrawe, prawie wulgarne. W tym momencie ogarnia go dobrze znana melancholia, właściwa ludziom przekonanym o swojej rychłej śmierci. Czuje, że ów świat wokół to dekoracja namalowana na papierowym ekranie, że mógłby wsadzić palec w ten monumentalny pejzaż i wywiercić w nim dziurę prowadzącą prosto w nicość. I że ona, nicość, zacznie wylewać się stamtąd jak powódź i w końcu dosięgnie też jego, chwyci go za gardło. Musi potrząsnąć głową, żeby pozbyć się tego obrazu. Obraz rozbija się na kropelki i spada na liście.
(…)
Powracały doń też słowa doktora Sokołowskiego z czasów, kiedy ten zaczął go leczyć i zmagać się z jego apatią – że życie należy uczynić apetycznym. Tak, apetyczne, to lepsze słowo niż „gemütlich“, pomyślał Wojnicz, odnosiło się bowiem nie tylko do przestrzeni, ale także do wszystkiego innego – do czyjegoś głosu, do sposobu mówienia, siadania w fotelu, wiązania chustki pod szyją, do tego, jak ułożone są ciasteczka na talerzyku.

Olga Tokarczuk

1962 – , Polonia

Fragmento de la nueva novela de la Premio Nobel 2018 titulada Empusion. El horror naturomedicinal. He traducido una parte del capítulo 11. El titulo deriva de la palabra empusa -bruja/vampiresa/Lamia- y designa el lugar habitado por estas criaturas mitológicas. El libro se publicó en Polonia a principios de junio de 2022 y se puede interpretar como contrapunto a La montaña mágica de Thomas Mann.

Trad. Ada Trzeciakowska

empusion

Cintas blancas, negra noche (frag.)

– Leo aquí en los diarios críticas literarias escritas por una mujer, continuó Lukas, quien había sido interrumpido por culpa de los arenques. – Así que las sufragistas también quieren opinar aquí. Esto ya es realmente grotesco.
– Cuando se trata del genio en la literatura, queridos señores -retomó el tema August-, la señal más evidente de que una obra es sobresaliente es que no atrae a las mujeres.
(…)
– Haced un experimento, y cuando tengáis la oportunidad, mencionad el nombre de un escritor importante para vosotros delante de una mujer, preguntándole qué le parece ese autor. Cuanto más apreciéis a alguien, menos lo apreciarán las mujeres, y esto se debe a que las mujeres buscan en la literatura un pretexto para calentar sus afectos, lejos están de emplear las ideas. Las mujeres se inclinan por una literatura que gira peligrosamente en torno a asuntos interpersonales y, muy probablemente, entre hombres y mujeres -entonces en su rostro se dibujó un cuarto de sonrisa, o incluso un octavo de sonrisa, elevando comisura de la boca, que pudo parecerse a algún tic nervioso- centrados en los intercambios emocionales y carnales. Siempre describen los vestidos y los patrones del papel pintado con todo lujo de detalles. Simpatizan con las clases bajas y se apiadan de los animales. Suelen sentirse atraídas por lo insólito: fantasmas, sueños y visiones, pero también coincidencias y otras fatalidades, que utilizan para disimular su escaso talento a la hora de elaborar una trama consistente.
– Deme un ejemplo, pidió Frommer. – Está generalizando mucho.
– Es difícil dar ejemplos, porque pocas mujeres escriben. Y cuando escriben, no lo leemos.
– En efecto, convino Frommer.
– A los hombres les absorbe el propio lenguaje como la más perfecta herramienta de comunicación, el lenguaje como el mayor logro del desarrollo de la especie homo sapiens. Cincelar las frases, explorar la profundidad de los significados, jugar con el sentido. ¿Por qué los más grandes poetas han sido siempre hombres? -hizo una pregunta retórica August y vació su vaso de licor mientras cerraba los ojos en señal de placer.
– Tiene razón -convino Lukas-. – No hay mujeres en la historia de la literatura, como tampoco las hay en la ciencia. Hay incidentes aislados de esos seres femeninos que, a raíz de misterios de transmisión aún inexplorados, han heredado de sus abuelos y padres una parte del alma masculina, el don de Apolo.
– Dionisio no es una mujer y también pertenece al legado de los hombres, reclamó Augusto.
– Pero, en su esencia es personificación masculina de lo femenino: el desenfreno del exceso, los impulsos, la sensualidad y la embriaguez, las pulsiones naturales tan fuertes en este cuerpo femenino aparentemente débil, señaló Lukas, y así la discusión se fue adentrando en el ámbito de la mitología griega.
La cosa siguió así: el recitado de Augusto, otra perorata sobre la decadencia de la civilización por parte de Lukas, las incomprensibles alusiones de Frommer, hasta que las lenguas de los interlocutores se vieron entorpecidas por la Schwärmerei y se apoderó de todos ellos una sensación de espesamiento en el que era difícil moverse por debilidad o aversión. Como si el mundo estuviera construido de chapa de madera y ahora se fuera desprendiendo delante de sus ojos, todos los contornos se iban desdibujando un poco, mostrando las suaves transiciones entre las cosas. El mismo proceso afectó también a los conceptos, de modo que la discusión se iba haciendo cada vez menos sustanciosa, ya que los interlocutores de repente perdían la certidumbre y cada palabra, hasta entonces fiable, se hinchaba de contextos, arrastrando algunos restos de alusiones, centelleando con remotas asociaciones. Finalmente cayeron en un terrible agotamiento y uno a uno se escaparon a sus habitaciones, respirando pesadamente en las escaleras.

La acción se sitúa en el antiguo balneario Görbersdorf (hoy Sokołowsko) en las montañas Sudetes en septiembre de 1913. Collage propio: Lamia pintura de Herbert James Draper; Hécate de William Blake; antiguas postales de Görbersdorf y foto del semi-abandonado balneario de Sokołowsko hoy en día.

Empuzjon

Białe wstążki, ciemna noc (fragm.)

Czytam tutaj w gazetach krytykę literacką pisaną przez kobietę – kontynuował przerwaną z powodu śledzi dyskusję Lukas. – Więc i tutaj sufrażystki chcą mieć coś do powiedzenia. To już naprawdę groteskowe.
– Jeżeli chodzi o geniusz w literaturze, drodzy panowie – podchwycił temat August – to najpewniejszym znakiem tego, że dzieło jest wybitne, świadczy fakt, iż nie podoba się kobietom.
(…)
– Zróbcie eksperyment i kiedy będziecie mieli po temu okazję, wspomnijcie przy kobiecie nazwisko jakiegoś ważnego dla was pisarza, pytając, co o tym twórcy sądzi. Im bardziej wy kogoś cenicie, tym mniej cenić go będą kobiety, a to dlatego, że kobiety poszukują w literaturze pretekstu do rozgrzania swoich afektów, daleko im jednak do posługiwania się ideami. Kobiety mają skłonność do literatury, która niebezpiecznie kręci się wokół spraw międzyludzkich, a najpewniej męsko-damskich – tu przez twarz przemknął mu ćwierćuśmiech, a nawet jedna ósma uśmiechu, z uniesieniem jednego kącika ust, co mogło przypominać jakiś tik nerwowy – skupionych na wymianie uczuciowej i cielesnej. Zawsze bardzo szczegółowo, w detalach opisują sukienki i wzorki tapet. Mają ciągoty do niższych klas i litują się nad zwierzętami. Często ulegają pociągowi do wszelakich niesamowitości: duchów, snów i mar, ale także zbiegów okoliczności i innych przypadków, czym usiłują pokryć niedostatki talentu w prowadzeniu konsekwentnej fabuły.
– Niech pan poda jakiś przykład – poprosił Frommer. – Bardzo pan generalizuje.
– Trudno o przykłady, bo w ogóle mało kobiet pisze. A jak już piszą, to my tego nie czytamy.
– Rzeczywiście – zgodził się Frommer.
– Mężczyzn zajmuje sam język jako najdoskonalsze narzędzie komunikacji, język jako największe osiągnięcie rozwoju gatunku homo sapiens. Cyzelowanie zdania, badanie głębokości znaczeń, zabawa sensami. Dlaczego największymi poetami byli zawsze mężczyźni? – zapytał retorycznie August i opróżnił kieliszek nalewki, przymykając przy tym oczy na znak rozkoszy.
– Ma pan rację – zgodził się z nim Lukas. – Nie ma w historii literatury kobiet, tak jak i nie ma ich w nauce. Pojedyncze są wypadki tych istot kobiecych, które wskutek niezbadanych jeszcze tajników dziedziczenia przejęły od swoich dziadków i ojców pewną dozę męskiej duszy, daru Apollina.
– Dionizos nie jest kobietą i też należy do dziedzictwa mężczyzn – upomniał się August.
– Lecz w istocie swojej jest męskim uosobieniem tego, co kobiece: szału zapomnienia, popędów, cielesności i upojenia, ciągot naturalnych tak silnych w tym słabym, wydawałoby się, kobiecym ciele – punktował Lukas i w ten sposób dyskusja przeniosła się w rejony mitologii greckiej.
Tak to trwało – recytacja Augusta, kolejna tyrada o upadku cywilizacji Lukasa, niezrozumiałe aluzje Frommera, aż języki dyskutantów spowolniło działanie Schwärmerei i na powrót ogarnęło ich wszystkich uczucie jakiegoś zgęstnienia, w którym trudno było się poruszać z powodu słabości albo niechęci. Jakby świat był zbudowany z dykty i teraz rozwarstwiał się na ich oczach, wszelkie kontury nieco się rozmazywały, ukazując płynne przejścia między rzeczami. Ten sam proces dotyczył pojęć, toteż dyskusja stawała się coraz mniej rzeczowa, rozmówcy bowiem nagle tracili poczucie pewności i każde słowo do tej pory godne zaufania, teraz obrastało w konteksty, ciągnęło za sobą jakieś ogony aluzji, migotało odległymi asocjacjami. W końcu popadli w okropne znużenie i jeden po drugim ulatniali się do swoich pokojów, dysząc ciężko na schodach.

Olga Tokarczuk

1962 – , Polonia

Fragmento del nuevo libro de ensayos de la Premio Nobel 2018 titulado El narrador tierno. He traducido la tercera parte del capítulo titulado » Máscaras de los animales». El libro se publicó en Polonia en diciembre y aún no se ha traducido al castellano.

Trad. Ada Trzeciakowska

El narrador tierno

Máscaras de los animales (frag.)

El sufrimiento de un ser humano me resulta más fácil de soportar que el de un animal. El hombre tiene un estatus ontológico propio y elaborado, proclamado para todos, lo que lo convierte en una especie privilegiada. Tiene la cultura y la religión en las que apoyarse en el sufrimiento. Tiene sus propias racionalizaciones y sublimaciones. Tiene a un Dios que finalmente lo salvará. El sufrimiento humano tiene sentido. Para el animal, no hay consuelo ni alivio, porque no le espera ninguna salvación. Tampoco tiene ningún sentido. El cuerpo del animal no le pertenece. El alma no existe. El sufrimiento del animal es absoluto, total.
Si intentamos profundizar en esta condición gracias a la capacidad humana de reflexión y compasión, se revelará todo el horror del sufrimiento animal y, por lo tanto, un aterrador e insoportable horror del mundo.
(…)
Me impresionó mucho lo que dijo Jane Goodall. Una vez observó a los chimpancés bañándose bajo una pequeña cascada del bosque. Los vio jugar, nadar, comunicarse. Pero también cómo sentados miraban el fluir del de agua, cómo observaban las gotas caer, cómo, inmóviles y sumidos en silencio, seguían con la mirada las olas.
Goodall habló con inusitada emoción sobre la sensación que la acompañó entonces. Tuvo la impresión de que algo importante y profundo ocurría en esos animales que fijaban la mirada en la corriente. Sintió que participaban en la experiencia del cambio y, por tanto, del paso del tiempo. Por supuesto, aunque las palabras «contemplar», «pensar», «reflexionar» vienen a la mente por sí solas y he de andar con rodeos para evitarlas, estar atenta y seguir la memorable recomendación de Lloyd Morgan sobre la primacía de los mecanismos más simples en la interpretación del comportamiento animal. Sin embargo, Jane Goodall se despreocupó de las indicaciones de este Ockham de la etología y dejó clara su suposición: al observar a los chimpancés, vio que en su comportamiento había una especie de contemplación del movimiento, que ellos también tenían la capacidad de reflexionar, de estar-en-el-tiempo de una manera más profunda y desgarradora. Que, tal vez, ellos también experimentan algo cercano a nuestra experiencia religiosa.
(…)
Cuando era joven, empecé a tener la impresión de que los animales eran una suerte de disfraz y máscara. Que debajo de sus hocicos peludos y picos había otra «cara». Alguien distinto. Lo descubrí con Saba, una perra que vivía bastante bien como vagabunda, valiéndose del comedor escolar. Era única e inteligente, y de algún modo nítida por sí sola. Después ya no lo vi tan claro, pero esa sospecha me ha acompañado hasta hoy.

Fotografías de Isabel Muñoz y Portek en la imagen de mi hermana

Czuły narrator

Maski zwierząt (fragm.)

Cierpienie człowieka łatwiej jest mi znieść niż cierpienie zwierzęcia. Człowiek ma własny, rozbudowany, rozgłoszony wszem wobec ontologiczny status, co czyni go gatunkiem uprzywilejowanym. Ma kulturę i religię, żeby wspierały go w cierpieniu. Ma swoje racjonalizacje i sublimacje. Ma Boga, który go w końcu zbawi. Ludzkie cierpienie ma sens. Dla zwierzęcia nie ma ani pociechy, ani ulgi, bo nie czeka go żadne zbawienie. Nie ma też sensu. Ciało zwierzęcia nie należy do niego. Duszy nie ma. Cierpienie zwierzęcia jest absolutne, totalne.
Jeżeli spróbujemy wejrzeć w ten stan z naszą ludzką zdolnością do refleksji i ze współczuciem – odkryje się cała groza zwierzęcego cierpienia, a tym samym przerażająca, trudna do zniesienia groza świata.
(…)
Ogromne wrażenie zrobiło na mnie to, co mówiła Jane Goodall. Obserwowała kiedyś kąpiące się pod małym leśnym wodospadem szympansy. Widziała, jak się bawią, pływają, komunikują. Ale też jak siedzą i przyglądają się strumieniowi płynącej wody, jak obserwują spadające krople, jak w milczeniu i bez ruchu przesuwają wzrokiem po falach.
Goodall z niezwykłym wzruszeniem opowiadała o przeczuciu, które jej wtedy towarzyszyło. Miała bowiem wrażenie, że w tych wpatrzonych w nurt zwierzętach dzieje się coś ważnego i głębokiego. Że uczestniczą w doświadczeniu zmiany, a więc i upływu czasu. Oczywiście, choć słowa „kontemplować”, „myśleć”, „zastanawiać się” nasuwają się tutaj same i trzeba bardzo lawirować, żeby ich uniknąć, muszę być czujna i stosować się do pamiętnego zalecenia Lloyda Morgana o pierwszeństwie najprostszych mechanizmów w interpretacji zachowań zwierząt. Jane Goodall jednak nie przejmowała się wskazaniami tego Ockhama etologii i jasno wyraziła swoje przypuszczenie – obserwując szympansy, widziała, że był w ich zachowaniu jakiś rodzaj zadumy nad ruchem, że i one mają zdolność do refleksji, do bycia-w-czasie w jakiś głębszy, przejmujący sposób. Że, być może, one też doświadczają czegoś na kształt naszego przeżycia religijnego.
(…)
Kiedy byłam mała, zaczęłam mieć wrażenie, że zwierzęta to jakiś rodzaj przebrania i maski. Że pod ich owłosionymi pyskami i dziobami kryje się jakaś inna „twarz”. Ktoś inny. Odkryłam to na Sabie, suce, która bezdomna żyła sobie całkiem dobrze, korzystając ze szkolnej kuchni. Była niepowtarzalna i bystra, i jakaś sama w sobie wyraźna. Potem już nie widziałam tego tak jasno, ale to podejrzenie pozostało mi do dzisiaj.

Olga Tokarczuk

1962 – , Polonia

Fragmento del nuevo libro de ensayos de la Premio Nobel 2018 titulado El narrador tierno. He traducido la tercera parte del capítulo titulado «Metaxis». El libro se publicó en Polonia en diciembre y aún no se ha traducido al castellano.

Trad. Ada Trzeciakowska

El narrador tierno

Metaxis

(…) Diotima explica la naturaleza de Eros como la de un ente que se encuentra entre – del término griego la metaxis (μεταξύ) – entre las personas y los dioses. Aplica el concepto de la metaxis con naturalidad, dado que los griegos usaban esta palabra con el significado de «intermedio». “Entre”, sin embargo, no solo hay un espacio vacío, sino también algo, -algo que conecta las realidades de dos opuestos (como Simone Weil cuando escribía sobre dos prisioneros que se comunicaban dando golpecitos: «La pared es lo que los separa, pero también es lo que les permite establecer el contacto”. Entonces también significa “en el medio”.
(…)
En resumen: Platón, a través de la metaxis, reflejaba una cierta realidad misteriosa que va más allá de la experiencia humana y más allá de lo que el hombre puede imaginar. Es un espacio paradójico e infinito que se extiende entre conceptos, el lugar donde los significados se difuminan, se contradicen y se superponen, donde reina lo que James Hillman llamó base poética de la mente.
La metaxis describe el modo de ser que no se puede verbalizar ni analizar. Ese algo entre el lenguaje y una idea, una imagen y un presentimiento, algo invisible y, al mismo tiempo, lo más real porque afecta al mundo, influye en sus historias y la existencia humana individual. Y, al mismo tiempo, la Tierra de La metaxis es aquella zona de la experiencia que siempre permanece confusa y difusa, difícil de verbalizar, pero en la que aún continúan los procesos de devenir, fermentar y arder. De allí a la conciencia rezuman unos contenidos extraños y, sin embargo, fructíferos. Se puede decir que es el lugar donde se cuece el nietzscheano «ejército móvil de metáforas, metonimias, antropomorfismos» con las que viste la verdad.
El término la metaxis no se usa con mucha frecuencia en filosofía, pero su enorme potencial lo observaron los pensadores tan originales como Eric Voegelin, la mencionada Simone Weil y el filósofo contemporáneo William Desmond. Simone Weil, en particular, ha construido una metafísica particular sobre este concepto, que en esencia se aproxima al pensamiento original de Diotima. Creo, sin embargo, que siguiendo la pista de “entre”, lo más indicado es consultar las obras de Hans Vaihinger, cuyo libro “Die Philosophie des Als Ob” [Psicología como si] fue publicado en 1911. Vaihinger asume que, como no somos capaces de conocer del todo la realidad en la que vivimos, estamos obligados a hacer algunas hipótesis al respecto y servirnos de conjeturas sobre qué es. Por tanto, suponemos que ellas coinciden con la realidad y actuamos como si el mundo se ajustara a nuestros modelos. (…)
Vaihinger convirtió estas observaciones en una intrigante concepción según la cual las personas se guían por ideas ficticias que no tienen un equivalente en la realidad, sin embargo, son necesarias en la vida. Su tarea consiste en ayudar a la gente a afrontar la realidad ilimitada de forma más eficaz. Son estructuras auxiliares que organizan la experiencia. Es posible descartarlas cuando ya no sean útiles.
 
 Lo opuesto a la metaxis es la literalidad.
La literalidad funciona en varios niveles. El caso más primitivo es cuando una persona se niega a ver el mundo como algo complicado y ambiguo por falta de conciencia y educación, o tal vez, incluso, por alguna alteración perceptiva. Al mismo tiempo, alude a cierto pragmatismo instintivo, con el comúnmente se asocia la figura de Santo Tomás. Pero la literalidad también posee una forma sofisticada, entonces, la mayoría de las veces, se apoya en el racionalismo, la metodología científica y el llamado sentido común. Y muy a menudo en la estadística.
(…)
El sentido común no es de ninguna manera una invención inglés del siglo XVIII, sino que se postula como la base de una concepción natural o instintiva de un mundo en el que la supervivencia depende de las maquinaciones, de una observación aguda de lo que sucede alrededor y de saber poner los pies sobre la tierra.
Pero, al mismo tiempo, esta tendencia a la literalidad que restringe el pensamiento se ha convertido en una grave enfermedad de nuestro tiempo. El primer síntoma es la incapacidad para comprender la metáfora, luego la pauperización del sentido del humor. Va acompañado por una predisposición a emitir juicios duros y apresurados, una intolerancia a la ambigüedad, una pérdida de sensibilidad a la ironía y, finalmente, un retorno del dogmatismo y fundamentalismo. La literalidad no comprende ni de la literatura ni del arte, y está dispuesta a demandar a los artistas por ofender sus sentimientos, por vulnerar su dignidad y honor. Porque el literalista, en su deficiencia, cae en una confusión emocional, sin ser capaz de poner lo que experimenta en un contexto más amplio y profundo.
La literalidad compromete la religión porque trata las verdades reveladas unidimensionalmente, sin darse cuenta de su contextualidad y del hecho de que ella misma depende tanto del tiempo como de la cultura. La literalidad destruye el sentido de la belleza y la razón, con lo que impide formación de una visión atenta, detallada y profunda del mundo. Sus mayores pecados son la intolerancia y tratar lo que se desvía de lo que fue una vez adoptado como una norma como moralmente censurable, pecaminoso, merecedor de una condena e incluso de un castigo. Así que la literalidad cierra los horizontes. Cierra la mente de las personas.
(…)
Una persona que padece de literalidad lo ve todo aislado, sin contextos ni relaciones, y desgraciadamente, pierde el sentido de la síntesis necesario para poder experimentar el mundo de manera plena y multidimensional. Inmediatamente me vienen a la mente “Los residentes” de Julian Tuwim:
 
«Y aquí van, bien abrochados,
Miran a la derecha, miran a la izquierda.
Y mirando, ven todo por s e p a r a d o:
Que la casa … que Stasiek … que el caballo … que el árbol … ”.

 Alguien que ve todo por separado y no tiene la habilidad para hacer síntesis (científica, cultural, psicológica) intenta “confeccionar” el todo por sí mismo, y lo hace de manera bastante inepta. De estas manipulaciones sobre la complejidad y sus significados surge la mayoría de las teorías de la conspiración.
Se puede debatir sobre las causas de la literalidad. Ciertamente, es una sobredimensionada e inflada función racional de nuestra mente. Habiendo evolucionado como una sutil capacidad de reconocer los ciclos que se repiten, relaciones de causa y efecto, relaciones entre sucesos distantes, se ha convertido en una herramienta desfilada que reduce el mundo a una serie de simples mecanismos. En lugar de abrir la mente, la deja atrapada en la literalidad. Posiblemente, una parte de la culpa la tiene el hecho de que hemos dejado de ser partícipes del relato. Aquel relato multidimensional, poco evidente, que supone un desafío intelectual y refleja la complejidad del mundo. La participación en una historia no se reduce solo a una religión o un mito, sino también incluye una historia fundacional de la cultura, relatos generacionales y comunitarios. Mientras tanto, la historia de la que bebe hoy la comunidad es simple y primitiva, ajustada a un objetivo político o religioso específicos. Quizás también sería útil observar la influencia demoníaca de Hollywood con sus narrativas obvias, esquemáticas e interminablemente duplicadas que demuestran lo que quedaba por demostrar.
(…)
Ser conscientes de que la naturaleza de los significados es poliédrica y es formada por estratos nos protege del mal de la literalidad, del dogmatismo y del fanatismo. El proceso de tomar conciencia siempre es un proceso civilizador. Al estar preparados para una interpretación multinivel del texto y del mundo, y en general, del texto-mundo, uno mira por los «hechos» y llega a percibir algo que sería invisible, si fuera detenido por estos «hechos». Descubrimos un orden completamente diferente, un significado que no se podía ver antes, porque este nuevo orden forma una maravillosa relación con el mundo entero, es parte de él.
Vemos correlaciones y sincronicidades, vemos similitudes y simetrías. La imaginación evoca metáforas que se acumulan en algún lugar entre las grietas y pliegues de nuestra vida cotidiana, muy «real», mundana, y a partir de ese momento nuestra vida se vuelve más significativa. No obstante, nuestro «yo» crece, se arraiga en la inagotable riqueza de la tradición y el mito, y al mismo tiempo, nos arrastra hacia zonas aún desconocidas.
El mundo de las metáforas, basado en mitos y tradiciones, se convierte, de hecho, en un suelo común para nosotros, individuales y separados – es lo que nos une-.
La esencia de la imagen que estoy construyendo resulta ser vegetal. Se asemeja a la visión de un bosque que solemos ver como un grupo de árboles individuales que crecen en algún espacio, sin embargo, es un organismo enorme y poderoso, una comunidad de seres conectados entre sí a través de comités y alianzas, es un todo comunicándose de manera eficiente y mucho mejor de lo que pensábamos hasta ahora.
La tierra de la la metaxis puede verse como un contrapeso de lo literal, a favor de lo metafórico. Como sustitución de la pregunta literal: «¿Qué?» por la pregunta que exige una respuesta compleja: «¿Y qué es lo que implica?».

Czuły narrator

Metaksy (fragm.)

Diotyma wykłada więc naturę Erosa jako bytu pomiędzy– z greckiego metaksy (μεταξύ) – ludźmi a bogami. Stosuje pojęcie metaksy zupełnie naturalnie, jako że Grecy używali tego słowa tam, gdzie my powiedzielibyśmy „pomiędzy”. „Pomiędzy” jednak to nie tylko pusta przestrzeń, lecz także coś– coś, co łączy rzeczywistości dwóch przeciwieństw (jak u Simone Weil, kiedy pisała o dwóch więźniach porozumiewających się za pomocą stukania: „Mur jest tym, co ich dzieli, ale również i tym, co im pozwala na-wiązać łączność”. Oznacza więc także „pośrodku”. Omawiany tu termin grecki kojarzy w całość dwa przysłówki: μετά, który oprócz słynniejszego (bo związanego z Metafizyką Arystotelesa) „po”, oznacza również – co dla nas ważniejsze – „pośrodku”, „po-między”, „między”, oraz ξύν lub σύν, czyli „razem”, „wespół” i tym podobne.
(…)
Podsumowując: Platon przez metaksy oddawał pewną tajemniczą realność, która wykracza poza ludzkie doświadczenie i poza to, co człowiek może sobie wyobrazić. Jest ona paradoksalnym i nieskończonym obszarem znajdującym się pomiędzy pojęciami, tam gdzie rozmywają się znaczenia, gdzie się sobie przeciwstawiają i zachodzą na siebie, gdzie niepodzielnie panuje coś, co James Hillman nazwał poetycką bazą umysłu.
Metaksy opisuje ten tryb bytu, którego nie da się ani zwerbalizować, ani poddać analizie. To coś pomiędzy językiem a wyobrażeniem, obrazem a przeczuciem, coś nie-uchwytnego, a jednocześnie najbardziej realnego, ponieważ wpływa na świat, na jego historie i pojedyncze ludzkie egzystencje. A jednocześnie Kraina Metaksy to ten obszar doświadczenia, który zawsze pozostaje niejasny i zamazany, trudny do zwerbalizowania, w którym jednak ciągle trwają procesy stawania się, fermentacji, buzowania. To stąd do świadomości przedostają się treści i dziwne, i owocne zarazem. Można powiedzieć, że to miejsce powstawania Nietzscheańskiej „ruchliwej armii metafor, metonimii, antropomorfizmów”, w które przyobleka się prawda.
 Termin metaksy nie jest zbyt często używany w filozofii, niemniej jego ogromny potencjał zauważyli tacy oryginalni myśliciele jak Eric Voegelin, wspomniana już Simone Weil i współcześnie żyjący filozof William Desmond. Zwłaszcza Simone Weil zbudowała na tym pojęciu szczególną metafizykę, która w gruncie rzeczy jest bliska oryginalnej myśli Diotymy. Uważam jednak, że tropiąc krainę p o m i ę d z y, najlepiej przyjrzeć się pracom Hansa Vaihingera, którego książka Die Philosophie des Als Ob [Psychologia „jak gdyby”] ukazała się w 1911 roku. Vaihinger zaczął od tego, że ponieważ nie możemy naprawdę i do końca poznać rzeczywistości, w której żyjemy, musimy stawiać na jej temat pewne hipotezy i posługiwać się domysłami co do tego, czym ona jest. Zakładamy więc, że pasują one do rzeczywistości, i zachowujemy się tak, „jak gdyby” świat pasował do naszych modeli. (…)
Vaihinger zmienił te obserwacje w intrygującą koncepcję, że ludzie kierują się fikcyjnymi ideami, które nie mają swojego odpowiednika w rzeczywistości, ale są życiowo potrzebne. Ich zadaniem jest pomaganie człowiekowi w skuteczniejszym radzeniu sobie z nieogarnioną rzeczywistością. Są pomocniczymi strukturami porządkującymi doświadczenie. Można je odrzucić, gdy przestają być użyteczne.

Przeciwieństwem metaksy jest literalizm.
Literalizm funkcjonuje na kilku poziomach. Najbardziej prymitywny to przypadek, kiedy człowiek odmawia widzenia świata jako czegoś skomplikowanego i wieloznacznego z racji braku uważności i wykształcenia, a może nawet z powodu jakiegoś percepcyjnego upośledzenia. Nawiązuje jednocześnie do jakiegoś instynktownego pragmatyzmu – takiego, z jakim w obiegowych wyobrażeniach kojarzy się figura niewiernego Tomasza. Ale literalizm ma też swoją wyrafinowaną postać, wtedy najczęściej podpiera się racjonalizmem, metodologią naukową i tak zwanym zdrowym rozsądkiem. I bardzo często statystyką.
(…)
 Zdrowy rozsądek nie jest bynajmniej wynalazkiem osiemnastowiecznych Anglików, ale stanowi fundament pewnej naturalnej czy instynktownej koncepcji świata, w którym przeżycie zależy od kombinowania, bystrych obserwacji tego, co dzieje się w otoczeniu, i mocnego stania na własnych nogach.
Lecz jednocześnie ta tendencja do ograniczającej myślenie dosłowności stała się niewątpliwie ciężką chorobą naszych czasów. Pierwszym jej objawem jest brak zdolności do rozumienia metafory, potem pauperyzacja poczucia humoru. Towarzyszą jej skłonność do wydawania ostrych, pochopnych sądów, nietolerancja niejednoznaczności, zanik wrażliwości na ironię i – w końcu – powrót dogmatyzmu i fundamentalizmu. Literalizm nie rozumie ani literatury, ani sztuki i jest gotowy ciągle pozywać twórców do sądu, a to o obrazę uczuć, a to o naruszenie godności i czci. Literalista bowiem w swoim upośledzeniu popada w zamęt emocjonalny, nie umiejąc umieścić tego, czego doświadcza, w szerszym i głębszym kontekście.
Literalizm kompromituje religię, ponieważ jednowymiarowo traktuje prawdy objawione, nie zdając sobie sprawy z ich kontekstowości i tego, że sam jest zależny i od czasu, i od kultury. Literalizm niszczy zmysł piękna i sensu, przez co nie pozwala tworzyć uważnej i pogłębionej wizji świata. Jego największymi grzechami są nietolerancyjność i traktowanie wszystkiego, co odstępuje od przyjętej gdzieś kiedyś n o r m y, jako moralnie złego, grzesznego, zasługującego na potępienie, a nawet karę. Literalizm zamyka więc horyzonty. Zamyka ludzkie umysły.
(…)
Człowiek cierpiący na literalizm widzi wszystko wyosobnione, bez kontekstów oraz relacji, i na nieszczęście swoje i innych traci zmysł syntezy niezbędny do przeżywania świata w pełni i wielowymiarowo. Przychodzą mi od razu na myśl Mieszkańcy Juliana Tuwima:
 
„I oto idą, zapięci szczelnie,
Patrzą na prawo, patrzą na lewo.
A patrząc – widzą wszystko o d d z i e l n i e:
Że dom… że Stasiek… że koń… że drzewo…”.

 Ktoś, kto wszystko widzi osobno i nie ma kompetencji do syntez (naukowych, kulturowych, psychologicznych), próbuje sam zmajstrować całość, i robi to dość nieudolnie. Z tego majsterkowania przy złożoności i jej sensach bierze się większość teorii spiskowych.
Nad przyczynami literalizmu można debatować. Na pewno jest to przerośnięta racjonalna funkcja naszego umysłu, która uległa inflacji. Wyewoluowawszy jako subtelna umiejętność rozpoznania powtarzających się cyklów, związków przyczynowo-skutkowych, zależności między odległymi wydarzeniami, zamieniła się w tępe narzędzie sprowadzające świat do serii prostych mechanizmów. Zamiast otwierać umysł, zatrzasnęła go w dosłowności. Może gra tu pewną rolę zanik uczestniczenia w opowieści. Tej wielowymiarowej, nieoczywistej, będącej intelektualnym wyzwaniem i odbijającej skomplikowanie świata. Uczestnictwo w opowieści to nie tylko religia czy mit, ale i założycielskie story kultury, opowieści generacyjne, wspólnotowe. Tymczasem opowieść, którą dzisiaj syci się wspólnota, jest prosta i siermiężna, skrojona do konkretnego politycznego lub religijnego celu. Może warto by było przyjrzeć się także demonicznemu wpływowi Hollywoodu z jego oczywistymi, schematycznymi i w nieskończoność powielanymi narracjami, które udowadniają, co było do udowodnienia.
(…)
Uświadomienie sobie tej wielopiętrowości sensów chroni nas przed chorobą literalizmu, dogmatyzmu i fanatyzmu. Proces uświadamiania jest zawsze procesem cywilizacyjnym. Będąc gotowym na taką wielopiętrową interpretację tekstu i świata, a w sumie tekstu-świata, patrzy się poprzez „fakty” i dostrzega coś, co byłoby niewidzialne, gdyby zostało zatrzymane przez te „fakty”. Widzi się zupełnie inny porządek, sens, którego przedtem nie dało się ujrzeć, ten nowy porządek istnieje bowiem w cudownym połączeniu z całością świata – jest jej częścią.
Widzi się powiązania i synchroniczności, widzi się podobieństwa i symetrie. Wyobraźnia wywołuje metafory, które zalegają gdzieś w szczelinach naszego zwykłego, bardzo „realnego”, przyziemnego życia, i odtąd nasze życie staje się bardziej znaczące. Ale nasze „ja” rośnie, ukorzenia się w nieprzebranym bogactwie tradycji i mitu, a równocześnie wyrywa do przodu, ku zupełnie jeszcze nieznanym obszarom.
Świat metafor ugruntowany na mitach i tradycji staje się w istocie wspólną glebą dla nas, pojedynczych i oddzielonych – to coś, co nas jednoczy.
Obraz, który buduję, okazuje się w swojej istocie roślinny. Przypomina wizję lasu, który widzimy jako zespół pojedynczych drzew rosnących na jakiejś przestrzeni, a przecież jest wielkim potężnym organizmem, wspólnotą bytów połączonych ze sobą komitywami i sojuszami, całością komunikującą się nader sprawnie i dużo lepiej, niż nam się do tej pory wydawało.
Krainę Metaksy można widzieć jako przeciwwagę dla tego, co dosłowne, na rzecz metaforycznego. Jako zamianę literalnego pytania: „Co?”, na postulujące złożoną odpowiedź pytanie: „Jakie to ma znaczenie?”.

Olga Tokarczuk

1962 – , Polonia

Trad. Agata Orzeszek

Los Errantes

Estoy aquí

He madurado. En un principio, al despertarme en lugares extraños, pensaba que estaba en casa. Solo al cabo de un rato reparaba en los detalles desconocidos que iba desvelando la luz del día. Los gruesos cortinajes del hotel, la forma del televisor, mi maleta destripada, las toallas blancas diligentemente dobladas. El nuevo lugar asomaba de detrás de los visillos, velado, misterioso, las más de las veces blanco o amarillento por obra del alumbrado urbano.
Algo más tarde, sin embargo, entré en la fase que los psicólogos del viaje llaman «No sé dónde estoy». Me despertaba completamente desorientada. Intentaba –como un alcohólico en plena borrachera– recordar qué había hecho la noche anterior, dónde había estado, adónde me conducían los caminos, reconstruía detalle tras detalle para descubrir el aquí y ahora. Cuanto más duraba el proceso, mayor era el pánico, un estado desagradable, parecido a la laberintitis, la pérdida del equilibrio básico, al borde de las náuseas. Que dónde coño estoy. Pero los detalles del mundo, que son misericordiosos, acababan dándome la pista correcta: Estoy en M. Estoy en B. Esto es un hotel y esto otro el piso de una amiga o la habitación de invitados en casa de la familia N. El sofá de los amigos X. Semejante despertar equivalía al sello en el billete necesario para continuar el viaje.
Sin embargo, la más importante es la etapa número tres, etapa clave –según la psicología del viaje– que constituye el destino definitivo; viajemos a donde viajemos, siempre nos dirigimos hacia él. «No importa dónde estoy», da igual dónde. Aquí. Aquí estoy.

Bieguni

Jestem

Rozwinęłam się. Na początku, budząc się w obcych miejscach, myślałam, że jestem w domu. Dopiero po chwili rozpoznawałam nieznane szczegóły, odsłonięte teraz przez światło dnia. Ciężkie hotelowe zasłony, bryła telewizora, moja rozbebeszona walizka, białe, schludnie złożone ręczniki. Nowe miejsce ukazywało się zza firanek, zakwefione, tajemnicze, najczęściej białokremowe lub żółte od ulicznych latarni.
Potem jednak weszłam w fazę, którą psychologowie podróżni nazywają „Nie wiem, gdzie jestem”. Budziłam się zupełnie zdezorientowana. Usiłowałam – jak alkoholik w ciągu – przypomnieć sobie, co robiłam poprzedniego wieczoru, gdzie byłam, dokąd wiodły mnie drogi, odtwarzałam szczegół po szczególe, aby odczytać teraz i tutaj. A im dłużej trwała ta specjalna procedura, tym większa pojawiała się panika, nieprzyjemny stan, podobny do choroby błędnika, utraty podstawowej równowagi, zbierający na mdłości. Gdzie ja, do cholery, jestem. Lecz detale świata są litościwe i w końcu naprowadzały mnie na właściwy trop. Jestem w M. Jestem w B. To jest hotel, a to mieszkanie mojej przyjaciółki, pokój gościnny u rodziny N. Kanapa u znajomych.
Takie przebudzenie było jak podstemplowanie biletu na dalszą drogę.
Następny jest jednak etap trzeci, jak mówi psychologia podróżna, wieńczący, kluczowy, etap, który stanowi ostateczny cel; dokądkolwiek byśmy podróżowali, podróżujemy zawsze w jego kierunku. „Nieważne, gdzie jestem”, wszystko jedno, gdzie jestem. Jestem.

Transl. Jennifer Croft

Flights

I’m here

I’ve progressed. At first, when I would wake up some place new, I’d think I was at home. It would take me a minute to make out the unfamiliar details, now disclosed by daylight. The heavy hotel drapes, the hefty TV set, my messy suitcase, the meticulously folded white towels. As a new place took shape beyond the curtains, wimpled, enigmatic, frequently cream-coloured or yellow still from the street lamps.
But then I entered into a phase that travel psychologists refer to as ‘I Don’t Know Where I Am’. I’d wake up totally disoriented. Like an alcoholic coming to, I would try to remember what I’d done the previous evening, where I’d been and how I’d got there, going over every detail in an effort to decipher the here and now. And the longer this procedure would take, the more I would panic – an unpleasant state, similar to labyrinthitis, the loss of basic balance, verging on nausea. Where in God’s name am I? But the world is merciful in its particularities, which would always steer me back in the right direction in the end. I’m in M. I’m in B. This is a hotel, this is my friend’s apartment, the guest room in the home of the N. family. Someone’s sofa.
This type of awakening was like getting my ticket stamped for the next part of my journey.
Then came a third phase, which travel psychology refers to as the key phase, the crowning phase. In this phase, whatever your destination might be, you are always heading in that direction. ‘It Doesn’t Matter Where I Am,’ it makes no difference. I’m here.



Olga Tokarczuk

1962 – , Polonia

Trad.  WMagazín

Discurso de aceptación del Premio Nobel

4
Señoras y señores: unos años más tarde, la mujer de la fotografía, mi madre, que me extrañaba aunque todavía no había nacido, me estaba leyendo cuentos de hadas.
En uno de ellos, de Hans Christian Andersen, una tetera que había arrojado al basurero se quejó de lo cruel que había sido tratada por la gente, porque la desecharon tan pronto se rompió su asa. Pero si no fueran perfeccionistas, tan exigentes, podría haber sido útil para ellos. Otros objetos rotos recogieron su melodía y contaron historias verdaderamente épicas de sus pequeñas y modestas vidas como objetos.
Cuando era niña, escuchaba estos cuentos de hadas con las mejillas sonrojadas y lágrimas en los ojos. Creía profundamente que los objetos tenían sus propios problemas y emociones, así como una especie de vida social comparable a la humana. Los platos de la cómoda podían hablar entre sí, y las cucharas, cuchillos y tenedores en el cajón formaban una especie de familia. Del mismo modo, los animales eran criaturas misteriosas, sabias y conscientes de sí mismas con quienes siempre habíamos estado conectados por un vínculo espiritual y una similitud profundamente arraigada. Los ríos, los bosques y las carreteras también tuvieron su existencia: seres vivos que mapearon nuestro espacio y crearon un sentido de pertenencia, un enigmático Raumgeist. El paisaje que nos rodeaba también estaba vivo, al igual que el Sol y la Luna, y todos los cuerpos celestes, todo el mundo visible e invisible.
¿Cuándo comencé a tener dudas? Estoy tratando de encontrar el momento en mi vida cuando con solo pulsar un interruptor todo se volvió diferente, menos matizado, más simple. El susurro del mundo quedó en silencio, para ser reemplazado por el estruendo de la ciudad, el murmullo de las computadoras, el trueno de los aviones que sobrevolaban el cielo y el ruido blanco y agotador de los océanos de información.
En algún momento de nuestras vidas comenzamos a ver el mundo en pedazos, todo por separado, en pequeños trozos que son galaxias separadas entre sí, y la realidad en la que vivimos lo sigue afirmando: los médicos nos tratan por especialidades, nuestro almuerzo no tiene nada que ver con una enorme granja de ganado, o mi nuevo top con una fábrica en mal estado en algún lugar de Asia. Todo está separado de todo lo demás, todo vive aparte, sin ninguna conexión.
Para que todo esto nos resulte más fácil se nos dan números, etiquetas de nombre, tarjetas, identidades plásticas crudas que intentan reducirnos a usar una pequeña parte del todo, de lo que ya hemos dejado de percibir.
El mundo se está muriendo y no lo notamos. No vemos que el mundo se está convirtiendo en una colección de cosas e incidentes, una extensión sin vida en la que nos movemos perdidos y solitarios, arrojados aquí y allá por las decisiones de otra persona, limitados por un destino incomprensible, una sensación de ser el juguete de Las principales fuerzas de la historia o el azar. Nuestra espiritualidad se está desvaneciendo o se está volviendo superficial y ritualista. O bien, nos estamos convirtiendo en seguidores de fuerzas simples: físicas, sociales y económicas que nos mueven como si fuéramos zombies.
 Y en un mundo así somos realmente zombies. Es por eso que anhelo ese otro mundo, el mundo de la tetera.

6
Me sigo preguntando si en estos días es posible encontrar las bases de una nueva historia que sea universal, integral, inclusiva, arraigada en la naturaleza, llena de contextos y al mismo tiempo comprensible.
¿Podría haber una historia que vaya más allá de lo poco comunicativo de uno mismo, revelando un mayor rango de realidad y mostrando las conexiones mutuas? ¿Sería capaz de mantener su distancia del punto central bien pisado, obvio y poco original de las opiniones comúnmente compartidas, y lograr mirar las cosas de manera periférica, lejos del centro?
También sueño con un nuevo tipo de narrador: una «Cuarta persona», que no es simplemente una construcción gramatical, por supuesto, sino que logra abarcar la perspectiva de cada uno de los personajes, además de tener la capacidad de Paso más allá del horizonte de cada uno de ellos, que ve más y tiene una visión más amplia, y que puede ignorar el tiempo. Oh sí, creo que la existencia de este narrador es posible. ¿Alguna vez te has preguntado quién es el maravilloso narrador de historias en la Biblia que grita en voz alta: «En el principio era la palabra»? ¿Quién es el narrador que describe la creación del mundo, su primer día, cuando el caos se separó del orden, quien sigue la serie sobre el origen del universo, quien conoce los pensamientos de Dios, es consciente de sus dudas y con un mano firme establece en papel la increíble frase: «¿Y Dios vio que era bueno»? ¿Quién es, quién sabe lo que Dios pensó?
Dejando de lado todas las dudas teológicas, podemos considerar esta figura de un narrador misterioso y tierno como milagrosa y significativa. Este es un punto de vista, una perspectiva desde donde se puede ver todo. Ver todo significa reconocer el hecho último de que todas las cosas que existen están mutuamente conectadas en un solo todo, incluso si las conexiones entre ellos aún no nos son conocidas. Verlo todo también significa un tipo de responsabilidad completamente diferente para el mundo, porque resulta obvio que cada gesto «aquí» está conectado a un gesto «allá», que una decisión tomada en una parte del mundo tendrá un efecto en otra parte de eso, y esa diferenciación entre «lo mío» y «lo tuyo» comienza a ser discutible.
Por lo tanto, podría ser mejor contar historias honestamente de una manera que active un sentido del todo en la mente del lector, que active la capacidad del lector para unir fragmentos en un solo diseño y descubrir constelaciones enteras en pequeñas partículas de eventos. Para contar una historia que deja en claro que todo el mundo y todos están inmersos en una noción común, que producimos minuciosamente en nuestras mentes con cada giro del planeta. (…)

7
Escribo ficción, pero nunca es pura fabricación. Cuando escribo tengo que sentir todo dentro de mí. Tengo que dejar que todos los seres vivos y los objetos que aparecen en el libro me atraviesen, todo lo que es humano y más allá del ser humano, todo lo que está vivo y no está dotado de vida. Tengo que mirar de cerca cada cosa y persona, con la mayor solemnidad, y personificarlos dentro de mí, personalizarlos.
Para eso me sirve la ternura, porque la ternura es el arte de personificar, de compartir sentimientos, y, por lo tanto, descubriendo similitudes. Crear historias significa dar vida constantemente a las cosas, dar existencia a todas las pequeñas partes del mundo que están representadas por las experiencias humanas, las situaciones que las personas han sufrido y sus recuerdos. La ternura personaliza todo con lo que se relaciona, lo que hace posible darle una voz, darle el espacio y el tiempo para que exista y se exprese. Es gracias a la ternura que la tetera comienza a hablar.
La ternura es la forma más modesta de amor. Es el tipo de amor que no aparece en las Escrituras o en los evangelios, nadie lo jura, nadie lo cita. No tiene emblemas o símbolos especiales, ni conduce a la delincuencia ni a la envidia inmediata.
Aparece donde miramos de cerca y con cuidado a otro ser, a algo que no es nuestro «yo».
La ternura es espontánea y desinteresada; va mucho más allá del sentimiento de empatía. En cambio, es el compartir consciente, aunque quizás un poco melancólico, del destino común. La ternura es una profunda preocupación emocional por otro ser, su fragilidad, su naturaleza única y su falta de inmunidad al sufrimiento y los efectos del tiempo. La ternura percibe los lazos que nos conectan, las similitudes y la similitud entre nosotros. Es una forma de mirar que muestra al mundo como vivo, interconectado, cooperando y codependiente de sí mismo. (…)

Discurso completo

Diseño de Jack Toth . Arte de Kintsugi.

Przemowa noblowska

4
Szanowni Państwo, kobieta ze zdjęcia, moja mama, która tęskniła do mnie, choć mnie jeszcze było, kilka lat później czytała mi bajki.
W jednej z nich, autorstwa Hansa Christiana Andersena, wyrzucony na śmietnik imbryk skarżył się, że okrutnie został potraktowany przez ludzi – pozbyli się go, gdy tylko oberwało mu się ucho. A przecież mógłby jeszcze im służyć, gdyby ludzie nie byli tacy perfekcyjni i wymagający. Wtórowały mu inne popsute przedmioty, snując prawdziwie epickie opowieści ze swojego małego przedmiotowego życia.
Będąc dzieckiem słuchałam tej bajki z wypiekami na twarzy i ze łzami w oczach, bo wierzyłam głęboko, że przedmioty mają swoje problemy, uczucia i nawet jakieś życie społeczne, całkiem porównywalne do naszego, ludzkiego. Talerze w kredensie mogły ze sobą rozmawiać, sztućce w szufladzie stanowiły coś w rodzaju rodziny. Podobnie zwierzęta były tajemniczymi, mądrymi i samoświadomymi istotami, z którymi łączyła nas od zawsze duchowa więź i głębokie podobieństwo. Ale i rzeki, lasy, drogi także miały swój byt – były żywymi istotami, które mapują naszą przestrzeń i budują poczucie przynależności, tajemniczy Raumgeist. Żywy był też krajobraz, który nas otaczał, i Słońce i Księżyc i wszystkie ciała niebieskie. Cały widzialny i niewidzialny świat. Kiedy zaczęłam w to wątpić? Poszukuję w swoim życiu jakiegoś momentu, w którym jak za sprawą jednego kliknięcia, wszystko stało się inne, mniej zniuansowane, prostsze. Szept świata umilkł, zastąpiły go hałasy miasta, szmer komputerów, grzmot przelatujących nad głową samolotów i męczący biały szum oceanów informacji.
Od jakiegoś momentu w swoim życiu zaczynamy widzieć świat we fragmentach, wszystko osobno, w kawałkach odległych od siebie niczym galaktyki, a rzeczywistość, w jakiej żyjemy w tym nas upewnia: lekarze leczą nas według specjalności, podatki nie mają związku z odśnieżaniem drogi, którą jeździmy do pracy, obiad nijak się ma do wielkich ferm hodowlanych, a nowa bluzka do obskurnych fabryk gdzieś w Azji. Wszystko jest od siebie oddzielone, żyje osobno, bez związku.
Żeby łatwiej nam było to znieść dostajemy numery, identyfikatory, karty, toporne plastikowe tożsamości, które próbują nas zredukować do użytkowania jakiejś jednej cząstki tej całości, którą przestaliśmy już dostrzegać.
Świat umiera, a my nawet tego nie zauważamy. Nie zauważamy, że świat staje się zbiorem rzeczy i wydarzeń, martwą przestrzenią, w której poruszamy się samotni i zagubieni, miotani czyimiś decyzjami, zniewoleni niezrozumiałym fatum, poczuciem bycia igraszką wielkich sił historii czy przypadku. Nasza duchowość zanika albo staje się powierzchowna i rytualna. Albo po prostu stajemy się wyznawcami prostych sił – fizycznych, społecznych, ekonomicznych, które poruszają nami jakbyśmy byli zombie. I w takim świecie rzeczywiście jesteśmy zombie. Dlatego tęsknię do tamtego świata od imbryka.

6
Zastanawiam się tutaj cały czas, czy możliwe jest znalezienie dzisiaj podwalin pod nową opowieść uniwersalną, całościową, niewykluczającą, zakorzenioną w naturze, pełną kontekstów i jednocześnie zrozumiałą.
Czy możliwa jest taka opowieść, która wyszłaby poza niekomunikatywne więzienie własnego „ja”, odsłoniła większy obszar rzeczywistości i ukazała wzajemne związki? Która umiałaby się zdystansować od udeptanego oczywistego i banalnego centrum „powszechnie podzielanych opinii” i potrafiła spojrzeć na sprawy ekscentrycznie, spoza centrum?
Cieszę się, że literatura cudownie zachowała sobie prawo do wszelkich dziwactw, do fantasmagorii, prowokacji, do groteski i wariactwa. Marzą mi się wysokie punkty widzenia i szerokie perspektywy, w których kontekst wykracza daleko poza to, czego moglibyśmy się spodziewać. Marzy mi się język, który potrafi wyrazić najbardziej niejasną intuicję, marzy mi się metafora, która przekracza kulturowe różnice, i w końcu gatunek, który stanie się pojemny i transgresyjny, a jednocześnie ukochają go czytelnicy. Marzy mi się także nowy rodzaj narratora – „czwartoosobowego”, który oczywiście nie sprowadza się tylko do jakiegoś konstruktu gramatycznego, ale potrafi zawrzeć w sobie zarówno perspektywę każdej z postaci, jak i umiejętność wykraczania poza horyzont każdej z nich, który widzi więcej i szerzej, który jest w stanie zignorować czas. O tak, jego istnienie jest możliwe.
Czy zastanawialiście się kiedyś, kim jest ten cudowny opowiadacz, który w Biblii woła wielkim głosem: „Na początku było słowo”? Który opisuje stworzenie świata, jego pierwszy dzień, kiedy chaos został oddzielony od porządku? Który śledzi serial powstawania kosmosu? Który zna myśli Boga, zna jego wątpliwości i bez drżenia ręki stawia na papierze to niebywałe zdanie: „I uznał Bóg, że to było dobre”. Kim jest to, które wie, co sądził Bóg?
Wyjąwszy wszelkie wątpliwości teologiczne możemy uznać tę figurę tajemniczego i czułego narratora za cudowną i znamienną. To punkt, perspektywa, z której widzi się wszystko. Widzieć wszystko to uznać ostateczny fakt wzajemnego powiązania rzeczy istniejących w całość, nawet jeżeli te związki nie są jeszcze przez nas poznane. Widzieć wszystko oznacza też zupełnie inny rodzaj odpowiedzialności za świat, ponieważ staje się oczywiste, że każdy gest „tu” jest powiązany z gestem „tam”, że decyzja podjęta w jednej części świata poskutkuje efektem w innej jego części, że rozróżnienie na „moje” i „twoje” zaczyna być dyskusyjne.
Należałoby więc uczciwie opowiadać tak, żeby uruchomić w umyśle czytelnika zmysł całości, zdolność scalania fragmentów w jeden wzór, odkrywania w drobnicy zdarzeń całych konstelacji. Snuć historię, żeby było jasne, iż wszyscy i wszystko zanurzone jest w jednym wspólnymwyobrażeniu, które za każdym obrotem planety pieczołowicie produkujemy w naszych umysłach. (…)

7
Piszę fikcję, ale nigdy nie jest to coś wyssanego z palca. Kiedy piszę, muszę wszystko czuć wewnątrz mnie samej. Muszę przepuścić przez siebie wszystkie istoty i przedmioty obecne w książce, wszystko, co ludzkie i poza ludzkie, żyjące i nieobdarzone życiem. Każdej rzeczy i osobie muszę przyjrzeć się z bliska, z największą powagą i uosobić je we mnie, spersonalizować.
Do tego właśnie służy mi czułość – czułość jest bowiem sztuką uosabiania, współodczuwania, a więc nieustannego odnajdowania podobieństw. Tworzenie opowieści jest niekończącym się ożywianiem, nadawaniem istnienia tym wszystkim okruchom świata, jakimi są ludzkie doświadczenia, przeżyte sytuacje, wspomnienia. Czułość personalizuje to wszystko, do czego się odnosi, pozwala dać temu głos, dać przestrzeń i czas do zaistnienia, i ekspresji. To czułość sprawia, że imbryk zaczyna mówić.
Czułość jest tą najskromniejszą odmianą miłości. To ten jej rodzaj, który nie pojawia się w pismach ani w ewangeliach, nikt na nią nie przysięga, nikt się nie powołuje. Nie ma swoich emblematów ani symboli, nie prowadzi do zbrodni ani zazdrości.
Pojawia się tam, gdzie z uwagą i skupieniem zaglądamy w drugi byt, w to, co nie jest „ja”.
Czułość jest spontaniczna i bezinteresowna, wykracza daleko poza empatyczne współodczuwanie. Jest raczej świadomym, choć może trochę melancholijnym, współdzieleniem losu. Czułość jest głębokim przejęciem się drugim bytem, jego kruchością, niepowtarzalnością, jego nieodpornością na cierpienie i działanie czasu.
Czułość dostrzega między nami więzi, podobieństwa i tożsamości. Jest tym trybem patrzenia, które ukazuje świat jako żywy, żyjący, powiązany ze sobą, współpracujący, i od siebie współzależny. (…)

Kompletny tekst

Olga Tokarczuk

Transl. Jennifer Croft and Antonia Lloyd-Jones

4
Ladies and Gentlemen, a few years later, the woman in the photograph, my mother, who missed me although I hadn’t yet been born, was reading me fairy tales.
In one of them, by Hans Christian Andersen, a teapot that had been thrown on the trash heap complained about how cruelly it had been treated by people―as soon as its handle broke off, they had disposed of it. But if they weren’t such demanding perfectionists it could still have been of use to them. Other broken objects picked up his tune, and told truly epic stories of their modest little lives as objects.
As a child, I listened to these fairy tales with flushed cheeks and tears in my eyes, because I believed deeply that objects have their own problems and emotions, as well as a sort of social life, entirely comparable to our human one. The plates in the dresser could talk to each other, and the spoons, knives and forks in the drawer formed a sort of a family. Similarly, animals were mysterious, wise, self-aware creatures with whom we had always been connected by a spiritual bond and a deep-seated similarity. But rivers, forests and roads had their existence too―they were living beings that mapped our space and built a sense of belonging, an enigmatic Raumgeist. The landscape surrounding us was alive too, and so were the Sun and the Moon, and all the celestial bodies―the entire visible and invisible world.
When did I start to have doubts? I’m trying to find the moment in my life when at the flick of a switch everything became different, less nuanced, simpler. The world’s whisper fell silent, to be replaced by the din of the city, the murmur of computers, the thunder of airplanes flying past overhead, and the exhausting white noise of oceans of information.
At some point in our lives we start to see the world in pieces, everything separately, in little bits that are galaxies apart from one another, and the reality in which we live keeps affirming it: doctors treat us by specialty, taxes have no connection with snow-plowing the road we drive to work along, our lunch has nothing to do with an enormous stock farm, or my new top with a shabby factory somewhere in Asia. Everything is separate from everything else, everything lives apart, without any connection.
To make it easier for us to cope with this we are given numbers, name tags, cards, crude plastic identities that try to reduce us to using one small part of the whole that we have already ceased to perceive.
The world is dying, and we are failing to notice. We fail to see that the world is becoming a collection of things and incidents, a lifeless expanse in which we move around lost and lonely, tossed here and there by somebody else’s decisions, constrained by an incomprehensible fate, a sense of being the plaything of the major forces of history or chance. Our spirituality is either vanishing or becoming superficial and ritualistic. Or else we are just becoming the followers of simple forces―physical, social, and economic―that move us around as if we were zombies. And in such a world we really are zombies.
This is why I long for that other world, the world of the teapot.

6
I keep wondering if these days it’s possible to find the foundations of a new story that’s universal, comprehensive, all-inclusive, rooted in nature, full of contexts and at the same time understandable.
Could there be a story that would go beyond the uncommunicative prison of one’s own self, revealing a greater range of reality and showing the mutual connections? That would be able to keep its distance from the welltrodden, obvious and unoriginal center point of commonly shared opinions, and manage to look at things ex-centrically, away from the center?
I am pleased that literature has miraculously preserved its right to all sorts of eccentricities, phantasmagoria, provocation, parody and lunacy. I dream of high viewing points and wide perspectives, where the context goes far beyond what we might have expected. I dream of a language that is capable of expressing the vaguest intuition, I dream of a metaphor that surpasses cultural differences, and finally of a genre that is capacious and transgressive, but that at the same time the readers will love.
I also dream of a new kind of narrator―a “fourth-person” one, who is not merely a grammatical construct of course, but who manages to encompass the perspective of each of the characters, as well as having the capacity to step beyond the horizon of each of them, who sees more and has a wider view, and who is able to ignore time. Oh yes, I think this narrator’s existence is possible.
Have you ever wondered who the marvelous storyteller is in the Bible who calls out in a loud voice: “In the beginning was the word”? Who is the narrator who describes the creation of the world, its first day, when chaos was separated from order, who follows the serial about the origin of the universe, who knows the thoughts of God, is aware of his doubts, and with a steady hand sets down on paper the incredible sentence: “And God saw that it was good”? Who is this, who knows what God thought?
Leaving aside all theological doubts, we can regard this figure of a mysterious, tender narrator as miraculous and significant. This is a point of view, a perspective from where everything can be seen. Seeing everything means recognizing the ultimate fact that all things that exist are mutually connected into a single whole, even if the connections between them are not yet known to us. Seeing everything also means a completely different kind of responsibility for the world, because it becomes obvious that every gesture “here” is connected to a gesture “there,” that a decision taken in one part of the world will have an effect in another part of it, and that differentiating between “mine” and “yours” starts to be debatable.
So it could be best to tell stories honestly in a way that activates a sense of the whole in the reader’s mind, that sets off the reader’s capacity to unite fragments into a single design, and to discover entire constellations in the small particles of events. To tell a story that makes it clear that everyone and everything is steeped in one common notion, which we painstakingly produce in our minds with every turn of the planet. (…)

7
I write fiction, but it is never pure fabrication. When I write, I have to feel everything inside myself. I have to let all the living beings and objects that appear in the book go through me, everything that is human and beyond human, everything that is living and not endowed with life. I have to take a close look at each thing and person, with the greatest solemnity, and personify them inside myself, personalize them.
That is what tenderness serves me for―because tenderness is the art of personifying, of sharing feelings, and thus endlessly discovering similarities. Creating stories means constantly bringing things to life, giving an existence to all the tiny pieces of the world that are represented by human experiences, the situations people have endured and their memories. Tenderness personalizes everything to which it relates, making it possible to give it a voice, to give it the space and the time to come into existence, and to be expressed. It is thanks to tenderness that the teapot starts to talk.
Tenderness is the most modest form of love. It is the kind of love that does not appear in the scriptures or the gospels, no one swears by it, no one cites it. It has no special emblems or symbols, nor does it lead to crime, or prompt envy.
It appears wherever we take a close and careful look at another being, at something that is not our “self”.
Tenderness is spontaneous and disinterested; it goes far beyond empathetic fellow feeling. Instead it is the conscious, though perhaps slightly melancholy, common sharing of fate. Tenderness is deep emotional concern about another being, its fragility, its unique nature, and its lack of immunity to suffering and the effects of time. Tenderness perceives the bonds that connect us, the similarities and sameness between us. It is a way of looking that shows the world as being alive, living, interconnected, cooperating with, and codependent on itself. (…)

Full text

Olga Tokarczuk

1962 – , Polonia

Trad. Ada Trzeciakowska

***

desnuda me miro en el cristal
que la nieve del exterior convirtió en espejo
el cuerpo de repente se ahueca por el frío
desnudo sobre el fondo de nieve

cómo desentona

para los ojos el cuerpo aún no existe
apenas se abre el paso como narciso en marzo
hemos perdido nuestra inocencia
susurran dos reflejos
las sábanas desechas el té se enfría
la noche borracha con trenes delira
¿dónde está nuestra inocencia tan cultivada
la piel se ha arañado
los labios se han hinchado
los pechos siguen iguales
el cabello guarda el aroma?

nada ha cambiado
solamente no llega el alba la noche no acaba
crece con soñolencia a pesar de los relojes
y miles de estrellas caen con la nieve
envolviendo las estaciones con el murmullo de diminutas revelaciones

Fotogramas de Tren nocturno de Jerzy Kawalerowicz 

***

przeglądam się naga w szybie
którą śnieg na zewnątrz pozamieniał w lustro
ciało nagle wklęśnieje od chłodu
na tle śniegu nagie

jak to nie pasuje

dla oczu ciało jeszcze nie istnieje
dopiero się przebija jak marcowy narcyz
straciłyśmy swoją niewinność
szepczą dwa odbicia
rozgrzebana pościel wystygła herbata
noc pijana pociągami majaczy
gdzie nasza niewinność tak pielęgnowana
czy skóra zadraśnięta
lub czy usta nabrzmiałe
czy piersi już nie te
czy we włosach zapach

nic się nie zmieniło
tylko świtu nie ma i noc się nie kończy
rozrasta się sennie na przekór zegarom
i tysiące gwiazd opada ze śniegiem
otulając dworce szeptem małych olśnień

Olga Tokarczuk

1962 – , Polonia

Trad. Ada Trzeciakowska

El alma perdida

Si alguien supiera mirarnos desde arriba, vería que el mundo está lleno de personas corriendo con prisas y sudando, muy cansadas y también de sus almas que van con retraso, perdidas, sin alcanzar a seguirles el paso a sus dueños. Es lo que provoca un desorden general, las almas pierden la cabeza y las personas pierden el alma. Las almas son conscientes de haber perdido a su dueño, sin embargo, la gente pocas veces se da cuenta de haber perdido a su propia alma.
(…)
Ocurre porque la velocidad con la que se mueven las almas es más reducida que la de los cuerpos. Ya que estas surgieron en los tiempos remotos, justo después del Big Bang, cuando el universo aun no había tomado tanto impulso (…) Tiene que buscarse un lugar propio, sentarse allí y esperar a su alma. Probablemente ella está ahora donde usted estuvo hace dos, tres años. La espera, por tanto, puede resultar larga.
Es lo que hizo el hombre llamado Jan. Halló una pequeña casa en las afueras y cada día se sentaba en la silla y esperaba. No hacía otra cosa. Tardó varios días, semanas y meses. A Jan le creció el pelo largo y la barba llagaba hasta la cintura.

Dibujos de Joanna Concejo

Zagubiona dusza

Gdyby ktoś umiał spojrzeć na nas z góry, zobaczyłby, że świat jest pełen ludzi biegających w pośpiechu spoconych i bardzo zmęczonych, oraz ich spóźnionych, pogubionych dusz, które nie mogą nadążyć za swoimi właścicielami. Robi się z tego wielkie zamieszanie, dusze tracą głowę, a ludzie przestają mieć serce. Dusze wiedzą, że zgubiły swojego właściciela, lecz ludzie często w ogóle nie zdają sobie sprawy, że zgubili własną duszę.
Jana bardzo zaniepokoiła taka diagnoza.

Jak to możliwe? Czy ja też zgubiłem własna duszę? – zapytał.

Mądra lekarka odpowiedziała:

Dzieje się tak dlatego, że prędkość poruszania się dusz jest dużo mniejsza niż ciał Powstały one bowiem w najbardziej zamierzchłych czasach, tuż po Wielkim Wybuchu, kiedy kosmos jeszcze się tak bardzo nie rozpędził przez co mógł się wciąż przejrzeć w lusterku. Musi pan znaleźć sobie jakieś swoje miejsce, usiąść tam spokojnie i poczekać na swoją duszę. Zapewne jest teraz tam. gdzie pan był dwa. trzy lata temu. Czekanie może więc trochę potrwać. Innego lekarstwa dla pana nie widzę
Tak też zrobił ów człowiek o imieniu Jan. Znalazł sobie mały domek na skraju miasta I tam codziennie siadał na krześle I czekał Nic innego nie robił Trwało to wiele dni, tygodni i miesięcy Janowi wyrosły długie włosy a broda sięgała mu aż do pasa.

Olga Tokarczuk

1962 – , Polonia

Trad. Ada Trzeciakowska

***

Nosotros no nos encontrábamos
no nos buscábamos en los huertos con una manzana
entre los murmullos de la seda en naves de las iglesias

Siempre estuvimos uno dentro del otro
en el cuerpo de dios de doble cara
en las pinturas medievales de los sótanos de los museos
y en las fotos de nuestros padres
inocentes como papel

Nosotros -maestros de cruzarnos-
solo permanecimos uno frente al otro
y en espejos de la piel nos reflejamos enteros
el mundo se alejó en silencio y con el dedo en los labios
los bosques echaron raíces en el suelo
las ciudades guiadas por el olfato encontraron lugares
donde los hombres las construían infinitamente
los ríos entraron en los mares como los trenes en las estaciones
los montes inasibles cuajaron en las cuevas

Si yo soy un monte
tú eres una cueva dentro de mí
lugar en el monte donde no hay monte
lugar dentro de mí donde no estoy

Tilda Swinton durante el rodaje de «Orlando» de Sally Potter

***

Myśmy się nie odnajdywali
nic szukali w ogrodach od jednego jabłka
w szelestach jedwabiu po nawach kościołów

Myśmy zawsze byli w sobie
w ciele boga z podwojoną twarzą
w średniowiecznych obrazach z podziemi muzeów
i na fotografiach gdzie nasi rodzice
niewinni jak papier

Myśmy — mistrzowie mijania —
— tylko stanęli na przeciwko siebie
i w lusterkach naszych skór odbili się cali
świat odszedł po cichu i z palcem przy ustach
lasy wrosły w ziemię
miasta węchem odnalazły miejsca
gdzie je w nieskończoność budowali ludzie
rzeki wtoczyły się w morza jak pociągi w dworce
nieuchwytne góry okrzepły w jaskinie

Jeżeli ja jestem górą
to ty we mnie jaskinią
miejscem w górze gdzie nie ma góry
miejscem we mnie gdzie mnie nie ma

Fotograma del corto de Wong Kar Wai Chivas (2012)

Olga Tokarczuk

1962 – , Polonia

Trad. Ada Trzeciakowska

* Los errantes (Bieguni)

Zona de Dios (frag.)

Así lo entiende: la vida en el planeta la impulsa una potente fuerza contenida en cada átomo de la materia viva. Es una fuerza de la que, hasta ahora, faltan evidencias físicas, no se la puede coger incluso en las imágenes microscópicas más precisas ni en las fotografías del espectro atómico. Es algo que consiste en ensancharse, empujar hacia delante, un incesante salirse fuera de lo que es. Es un motor que propulsa cambios, una energía ciega y potente. Atribuirle una finalidad o intención es un malentendido. Darwin la interpretó de acuerdo con sus conocimientos, pero no tuvo razón. Ninguna selección natural, ninguna lucha, ninguna victoria ni adaptación del más fuerte. Ni hablar de la competencia. Como bióloga, en cuanto más experimentada es, en cuanto más tiempo y atención dedica a los aparatos y a la compleja red de relaciones en el biosistema, más se fortalece en su intuición -todo lo que vive se socorre en su ensancharse y crecer, se apoya mutuamente. Los organismos vivos se entregan uno al otro, dejan que otros hagan uso de ellos. Si existe la rivalidad, es un fenómeno local, una alternación del equilibrio. Es verdad, las ramas de los árboles se abren paso hacia la luz a empujones, sus raíces presionan hacia delante buscando fuente de agua, los animales se devoran uno al otro, sin embargo, hay en ello una suerte de consentimiento y acuerdo espantoso para el hombre. Pareciera que somos partícipes en el teatro de un gran cuerpo, como si las guerras que libramos fueran únicamente guerras civiles.  Eso – ¿qué otra palabra se podría usar? -vive, tiene un millón de cualidades y calidades, de forma que todo lo contiene y, a la vez, nada que pueda venir de fuera; cada muerte forma parte de la vida y, en cierto sentido, la muerte no existe. No hay lugar para la equivocación. No hay culpables e inocentes, no hay méritos ni pecados, ni el bien ni el mal; aquel quien ideó aquellos conceptos nos indujo a error.

*Sin publicar en español

Bieguni

Strefa Boga (fragm.)

Tak to rozumie: życie na planecie rozkręca jakaś potężna siła zawarta w każdym atomie ożywionej materii. To siła, dla której na razie nie ma żadnych fizycznych ewidencji, nie da się jej przyłapać na najdokładniejszych mikroskopowych zdjęciach ani na fotografiach atomowego spektrum. To coś, co polega na rozpychaniu się, parciu do przodu, na nieustannym wychodzeniu poza to, czym jest. To jest silnik, który napędza zmiany, ślepa, potężna energia. Przypisywanie jej celu czy intencji jest nieporozumieniem. Darwin zinterpretował ją jak umiał, ale nie miał racji. Żaden dobór naturalny, żadna walka, żadne zwycięstwo i przystosowanie najsilniejszego. Konkurencja – srencja. Im bardziej doświadczonym biologiem się staje, im dłużej i uważniej przygląda się skomplikowanym układom i powiązaniom w biosystemie, tym bardziej umacnia się w swojej intuicji – wszystko, co żywe, wspomaga się w tym rośnięciu i rozpychaniu, wspiera się na sobie. Żywe organizmy oddają się sobie wzajemnie, pozwalają robić z siebie użytek innym. Jeżeli istnieje rywalizacja, to jest to zjawisko lokalne, zaburzenie równowagi. To prawda, gałęzie drzew przepychają się między sobą do światła, ich korzenie prą na wyścigi do źródeł wody, zwierzęta zjadają się nawzajem, ale jest w tym przerażający dla człowieka rodzaj zgody. Można mieć wrażenie, że uczestniczymy w teatrze wielkiego ciała, jakby te wojny, które prowadzimy, były tylko wojnami domowymi. To – bo jakiego innego słowa użyć? – żyje, ma miliony cech i jakości, tak że wszystko się w nim zawiera i nie ma nic, co mogłoby być spoza, każda śmierć jest częścią życia i, w pewnym sensie – nie ma śmierci. Nie ma pomyłki. Nie ma winnych i niewinnych, nie ma zasług i grzechów, dobrego i złego; ten, kto wymyślił te pojęcia, wprowadził ludzi w błąd.

Transl. Jennifer Croft

Flights

Godzone (fragm.)

This is how she understands it: life on this planet gets developed by some powerful force contained in every atom of organic matter. It’s a force there is no physical evidence of, for the time being – you can’t catch it on even the most precise microscopic images, nor in photographs of the atomic spectrum. It’s a thing that consists in bursting open, thrusting forward, in constantly going beyond what it is. That is the engine that drives changes, a blind and powerful energy. To ascribe goals or intentions to it is to misunderstand. Darwin read this energy as well as he could, but he still read it wrong. Competition shmompetition. The more experienced a biologist you become, the longer and harder you look at the complex structures and connections in the biosystem, the stronger your hunch that all animate things cooperate in this growth and bursting, supporting one another. Living organisms give themselves to one another, permit one another to make use of them. If rivalry exists, it is a localized phenomenon, an upsetting of the balance. It is true that tree branches jostle one another out of the way to reach the light, their roots collide in the race to a water source, animals eat each other, but there is in all this a kind of accord, it’s just an accord that men find frightening. It might appear that we are actors in a great bodily theatre, as though those wars we wage were merely civil wars. This – what other word to use? – lives, has a million traits and qualities, so that everything is contained within it, and there is nothing that might lie outside of it, all death is part of life, and in some sense there is no death. There are no errors. There are no guilty parties and no innocents, either, no merits, no sins, no good or evil; whoever thought up those notions led humankind astray.

Olga Tokarczuk

1962 – , Polonia

Trad. Ada Trzeciakowska

* Los errantes (Bieguni)

Líneas, superficies y cuerpos

Con frecuencia soñé con mirar sin ser vista. Mirar a escondidas. Ser un observador ideal. Como aquella camera obscura que hice un día de la caja de zapatos. Fotografió para mí un trozo del mundo a través de un espacio negro y cerrado con una pupila microscópica por la cual entraba dentro la luz. Practiqué.
El lugar más adecuado para esta especie de entrenamiento es Holanda -allí la gente convencida de su completa inocencia no admite cortinas y después del anochecer las ventanas se transforman en pequeños escenarios donde los actores representan sus tardes. Serie de cuadros bañados en luz amarilla, cálida que son actos de la misma obra titulada “La vida”. Pintura holandesa. Naturaleza viva.
He aquí un hombre que aparece en la puerta, en las manos lleva una bandeja, la pone sobre la mesa; dos niños y una mujer toman asientos alrededor. Comen durante mucho tiempo, en silencio, porque el sonido en este teatro no funciona. Después pasan al sofá, miran con atención la pantalla resplandeciente, pero para mí, parada en la calle, no está claro qué es lo que les atrae tanto – solo veo parpadeos, temblor de luz, imágenes, demasiado breves y lejanas para poder entenderlas. Rostro de alguien quien mueve emocionado los labios, un paisaje, otra cara… Algunos dicen que es un arte aburrido y no ocurre nada. Sin embargo, a mí me gusta -por ejemplo, el movimiento del pie que juega inconscientemente con la zapatilla, o entero y sorprendente acto de bostezar-. O la mano que sobre la superficie de felpa busca el mando a distancia – y al encontrarlo- tranquilizada, se marchita.
  Apartarse. Uno ve solamente el mundo en fragmentos, otro no habrá. Hay momentos, migajas, configuraciones pasajeras, que una vez acaecidas, se rompen en pedazos. ¿La vida? Algo así no existe; veo líneas, superficies y cuerpos, y sus metamorfosis en el tiempo. El tiempo, en cambio, parece una herramienta sencilla para medir cambios diminutos, una regla escolar con la escala simplificada -hay apenas tres puntos: fue, es, será.

*Sin publicar en español

Fotografías de Bing Wright

Bieguni

Linie, płaszczyzny i bryły

Często marzyłam, żeby patrzeć, sama nie będąc widzianą. Podglądać. Być obserwatorem idealnym. Jak ta camera obscura, którą zrobiłam kiedyś z pudełka do butów. Sfotografowała dla mnie kawałek świata przez czarną zamkniętą przestrzeń z mikroskopijną źrenicą, przez którą do środka wpada światło. Trenowałam.
Najlepszym miejscem do takiego treningu jest Holandia – tam ludzie, przekonani o swojej całkowitej niewinności, nie uznają firanek i po zmierzchu okna zamieniają się w małe sceny, na których aktorzy grają swoje wieczory. Ciąg obrazów skąpanych w żółtym, ciepłym świetle to pojedyncze akty tego samego przedstawienia pod tytułem „Życie”. Holenderskie malarstwo. Żywe natury.
Oto w drzwiach pojawia się mężczyzna, w ręku ma tacę, stawia ją na stole; dwoje dzieci i kobieta siadają wokół. Długo jedzą, w ciszy, bo fonia w tym teatrze nie działa. Potem przenoszą się na kanapę, patrzą w rozjarzony ekran z uwagą, ale dla mnie, stojącej na ulicy, nie jest jasne, co ich tam tak przyciąga – widzę tylko migawki, drgania światła, obrazki, zbyt krótkie i dalekie, żeby móc je zrozumieć. Czyjaś twarz poruszająca z przejęciem ustami, pejzaż, inna twarz… Niektórzy mówią, że to nudna sztuka i nic się nie dzieje. Mnie się jednak podoba – na przykład ruch stopy, która bawi się bezwiednie pantoflem, albo cały zdumiewający akt ziewania. Albo dłoń, która na powierzchni pluszu szuka pilota i – znajdując go – uspokojona, więdnie.
Stać z boku. Widzi się tylko świat we fragmentach, innego nie będzie. Są momenty, okruchy, chwilowe konfiguracje, które raz zaistniawszy, rozpadają się na części. Życie? Niczego takiego nie ma; widzę linie, płaszczyzny i bryły, i ich przemiany w czasie. Czas zaś wydaje się prostym narzędziem do mierzenia drobnych zmian, szkolną linijką z uproszczoną podziałką – to zaledwie trzy punkty: było, jest i będzie.

Trans. Jennifer Croft

Flights

Lines, planes and bodies

I often dreamed of watching without being seen. Of spying. Of being the perfect observer. Like that camera obscura I once made out of a shoebox. It photographed for me a part of the world through a black closed space with a microscopic pupil through which light sneaks inside. I was training.
The best place for this kind of training is Holland where people, convinced of their utter innocence, do not use curtains. After dusk the windows turn into little stages on which actors act out their evenings. Sequences of images bathed in yellow, warm light are the individual acts of the same production entitled ‘Life’. Dutch painting. Moving lives.
Here at the door appears a man, in his hand he has a tray, he puts it on the table; two children and a woman sit down around it. They take their time eating, in silence, because the audio in this theatre doesn’t work. Then they move to the couch, watch a glowing screen attentively, but for me, standing on the street, it isn’t clear what has absorbed them so – I only see flickers, flutterings of light, tiny pictures, too brief and distant to be intelligible. Someone’s face, a mouth moving intensely, a landscape, another face… Some say that this is a boring play and that nothing happens in it. But I like it – for example the movement of a foot playing unconsciously with a slipper, or the whole astonishing act of yawning. Or a hand that seeks upon a plush surface a remote control and – having found it – is calmed, withers.
Standing off to one side. Seeing only the world in fragments, there won’t be any other one. Moments, crumbs, fleeting configurations – no sooner have they come into existence than they fall to pieces. Life? There’s no such thing; I see lines, planes and bodies, and their transformations in time. Time, meanwhile, seems a simple instrument for the measurement of tiny changes, a school ruler with a simplified scale – it’s just three points: was, is and will be.

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar