Rolando Revagliatti

En colaboración con el poeta. Página del autor

1945 – , Argentina

EXCLUSIONISTA

No hay paisaje

En verdad, sólo pinta
su propia exclusión del paisaje

el pintor.

Tłum. Ada Trzeciakowska

Eksklusjonista

Nie ma pejzażu

W rzeczywistości, malarz maluje
jedynie własne wykluczenie

z krajobrazu.

1. René Margritte 2. Guillermo Pérez Villalta 3. Arkhip Kuindzhi

Otras perspectivas:

Rainer María Rilke. El poeta, observador en tierra extraña, articuló la idea de la naturaleza como divinidad oscura y elusiva: “Dios es la oscuridad de la que provengo”. Sólo a través de la mirada del artista, de su lienzo intermediador, el hombre se puede acercar a esta entidad inmensa. (…) La concepción del paisaje rilkeana, expresada en Worpswede, nace del profundo impacto que el espacio y las creencias populares rusas le causaron en el primer y segundo viaje a Rusia, en 1899 y 1900. Según el poeta austríaco, el paisaje es parte de un todo que no se puede mostrar, porque el ser humano no está de frente a la naturaleza como se creía, sino dentro de ella; vaga en su interior como un animal, como un niño; comienza a comprenderla o a verla, paradójicamente, cuando no la comprende más, cuando se descubre excluido. “Se encuentra inconsolablemente solo entre los árboles y arroyos que fluyen entre ellos (…) Sólo en compañía de un cadáver estaríamos menos abandonados que en medio de los árboles”. Rilke concluye que el arte antiguo no conocía el paisaje, mientras que el cristianismo usaba el paisaje como espejo del hombre. (…)
Desde una óptica no semiótica sino estética y filosófica, la idea de la frontera de Lotman encuentra equivalencias con la Filosofía del límite de Eugenio Trías. Podríamos decir que el espacio pertenece al ámbito de lo hermético, es decir, de lo indecible y lo invisible, pero que puede hacerse visible en el cerco del aparecer que llamaríamos paisaje. El paisaje adquiere así una dimensión liminar entre el espacio y nosotros, como un lienzo de imágenes que intermedia con lo no decible o visible. El espacio se hace presente en el paisaje con toda la densidad ambigua e incierta que lo hace difícil de aprehender. Aun y todo, el espacio sigue activo como reserva de lo hermético, más allá de la representación o la presencia paisajística. El espacio, en ese sentido, siempre está en fuga, pero el cine lo ocupa temporalmente, concreta así un lugar abstracto, lo materializa fugazmente durante unos planos, cultiva el territorio mientras es ocupado por la cámara, coloniza el límite de la imagen destinado a desaparecer. El paisaje cinematográfico, por tanto, habita un lugar mientras lo filma: es verdadero arte de la frontera, verdadero arte del habitar, colonizador, siempre en riesgo de quedar anegado por lo bárbaro.

De Estética de la naturaleza en el cine ruso y soviético. El tercer paisaje. Tesis doctoral de Carlos Muguiro Altuna

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